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… Son para muchas cosas… Puedes utilizarlos para dormir, desayunar fuera o en la cama, leer prensa en papel, pasear o ir a correr, visitar un parque o una exposición…

En fin… Los sábados por la mañana puedes usarlos para hacer una infinidad de cosas.

Pero hay una, una cosa en especial, que hay que hacer los sábados por la mañana: ir a recoger la ropa a la tintorería.

Y eso es así, le pese a quien le pese.

Los sábados por la mañana ves más plásticos que personas, y, si analizas la procedencia de los plásticos verás multitud de tintorerías en el barrio que siempre pensaste que eran chinos de esos que venden cigarros sueltos como cuando ibas al instituto (ingenua de mí, que pensaba que tales prácticas ya habían sido erradicadas…).

Sí, sí… Eso es así.

Se, se, se…

Publicado: abril 26, 2013 en Reflexiones cotidianas.-, Salud!

En-la-ca-lle-lle…

Veinti-cua-tro-tro…

Ha ocurri-do-do…

Un-asesina-to-to…

Una-vie-ja-ja…

Mató-a-un-ga-to-to…

Con-la-pun-ta-ta…

Del-za-pa-to-to…

Pobre-vie-ja-ja…

Pobre-ga-to-to…

Pobre-pun-ta-ta…

Del-za-pa-to-to…

La caña que me he tomado hace un rato, para celebrar que es viernes, va a la salud de esas dos niñas que jugaban al Se Se Se, sentadas en un banco, frente al portal de mi casa, y cuyas palmas y risas podías escuchar desde el segundo ascensor del edificio…

Salud!

Sigo con Gila y la 2… Cómo nos hemos reído!!

… aunque tú no lo sepas, si es posible enamorarse de alguien por cómo habla de los libros que lee, las canciones que escucha, las películas que ve, los restaurantes a los que va, las copas que bebe, las noches que agota y las chicas que le enamoran una y otra vez.

Y me lo pregunto ahora, que solo te leo…

¿Podré contestarme algún día…?

 

Algunos dicen que ven muertos… Otros, que se les aparecen vírgenes… Y yo… Pues yo digo que «se me desaparecen» personas…

Siempre he querido dedicarle una reflexión (con contenido) a este tema de aparecer y desaparecer. Y hoy es el día, aunque no sé si la hora.

Verás… A mí se me desaparecen personas… Sí, tal cual, se me desaparecen…

Voy a ponerte un ejemplo (aunque tengo dos…!):

Poco tiempo después de llegar a Madrid conocí a una persona. La verdad es que la forma en que le conocí fue divertida:

Yo salía de un concierto (no recuerdo de quién, así que no debía de ser muy bueno), y me había quedado sin tabaco.

Empecé a escudriñar a las personas que tenía a mi alrededor y fui a preguntarle a ese sujeto fantasma si tenía un cigarro. Me dijo que no y no sé muy bien cómo empezó a enlazar una cosa con otra mientras me hablaba. El caso es que le recordé que yo me había dirigido a él única y exclusivamente porque quería un cigarro, y que si no tenía cigarro yo me iba a buscarlo… También le dije que si cuando volviese (con el cigarro) seguía allí, continuábamos hablando.

Poco tiempo después volví, sin mi cigarro (porque ya me lo había fumado) y allí seguía… Entonces me dijo: «De haberlo sabido…». Yo me empecé a reír y le dije que no sabía lo que había dicho… Me dijo que sí… Le dije que no… Y me dijo que ese era el título de una canción de Quique González. Flipé, porque era (y es) una de mis canciones favoritas de Quique, y era justo lo que había pensado cuando me dijo tal cosa.

 

En ese momento salieron mis amigas del concierto y una de ellas gritó algo así como que nos diésemos los móviles de una vez y dejásemos de ligar porque a nosotras nos esperaban en otro sitio…

Obedientes, muy obedientes, intercambiamos los números de teléfono y nos despedimos.

Ahí empezó la primera fase…

El trueque dio sus frutos y desde ese mismo día empezamos a escribirnos, entonces por SMS (madre de Dios!!), y a contarnos mil batallas…

Recuerdo que esa persona fue al concierto de Bumbury, a golpe de miércoles, y me llamó con una de las canciones que más me gustaban entonces: Doscientos huesos y un collar de calaveras…

 

Luego me propuso tomar un vino un día de la semana siguiente y allí que fui… Llegué primero. Pedí un vino (rioja) _era en lo que habíamos quedado_ y esperé. Apareció, pidiendo mil disculpas, por los 10 minutos de retraso.

Ese día fue el primero de varios en dos o tres meses en los que tomamos vinos (riojas y no tan riojas), cervezas, copas…

Y luego llegó otro día en el que despareció. Sí, desapareció.

Y cuando digo des-a-pa-re-cer quiero decir des-a-pa-re-cer.

No volví a ver a esa persona nunca más. Y lo que me preocupa no es que no haya vuelto a saber nada de ella (sigue viva y eso es lo más importante, y, además, algo sí supe) sino que jamás supe por qué desapareció.

Y sí, lo pregunté. Pues nada, oye, que no hubo respuesta.

Como te puedes imaginar, hice mil y una cábalas… Probablemente muy parecidas a las que estás haciendo tú ahora. Pero nunca supe con certeza qué pasó.

Y claro, como también te puedes imaginar,  no me sentí lo que se dice estupendamente. Porque se me había desaparecido una persona!!!!

Entonces, yo que soy de sacarle el lado bueno a lo más malo, comprendí lo que a veces puede conllevar vivir en una gran ciudad (porque quise comprender eso y no liarme con otras historias). Yo soy de Lugo, y claro, si en Lugo haces esto, por mucho que te empeñes, en menos de 10 días te vuelves a cruzar a esa persona y entonces ya veremos… Pero en Madrid no!!! Jamás la he vuelto a ver. e paso, léase a sensu contrario… También lo aprendí para mí (aunque rechazo absolutamente la máxima que guía la vida de algunas personas que dicen algo así como… «Si no le voy a volver a ver en la vida…!» Hace ya tiempo que entendí que el destino es muy caprichoso… Y si estás en Estambul lo es mucho más…)].

Desde entonces me pregunto por qué la gente se desaparece. Porque la gente se desparece.

Y oye, que yo no digo nada… Eres libre de desaparecer cuántas veces quieras (no perdiendo de vista que algún día pueden empezar a desaparecérsete a ti)… Pero, coño, explícate!!!

Yo sé que cuesta… Claro que lo sé!! Una vez quise desaparecerme y no veas lo que me costó hacerlo con dignidad y sin dejar a la otra persona con cara de tonta… La verdad es que creo que lo hice bien, aunque me llevó medio mundo de indirectas y el otro medio de directísimas, pero creo que no sintió que me le había desaparecido porque me dio las gracias por la… Sí, por la explicación.

El caso es que la gente se desaparece.

Y ahora que lo pienso… Yo también me desparecí una vez… Pero no porque quisiera… Esa vez me desaparecieron!!!! Sí, sí… Pero esto ya lo contaré otro día…

En fin, que desaparezco… Me voy a la piltra que ya son horas, todavía es martes, tengo muchas cosas que hacer esta semana y al Barça le han metido un baño que pa’qué…

Si te apetece recordar viejos tiempos, aquí te dejo una canción más, que habla de aparecer… Porque de desaparecer, en sus diferentes versiones, hoy estoy un poco cansada… 😉

Esta caña va a la salud de esos abuelos que saludan a la nieta como si fuese la primera vez que la ven, con mil besos en la frente, y a la amiga de su nieta como si también fuese su nieta, con mil más, después de preguntarle su nombre, y que sacan 20 euros de un sobre viejo y arrugado que viajaba en el bolsillo más recóndito de una barata americana (porque hay que ahorrar…).

Salud!

Esta mañana de sábado la aproveché como sabes que más me gusta: me levanté a las doce y media, me duché, metí la Forbes en el bolso, compré El País y Hola, y me fui a mi terraza de siempre. Me tomé un zumo de naranja natural tamaño americano, un café con leche de esos con dibujo de corazón en la espuma, y una barrita con tomate y aceite. Leí El País tranquilamente (hoy sí, porque ayer esa misma terraza se convirtió en un centro de encuentros casuales con des-desconocidos y viejos amigos, y la Forbes volvió a casa tan poco leída como había llegado) , hablé con mi madre, compartí un rato con Marta…

Luego me fui a hacer la compra.

Siempre compro en el mismo supermercado, no porque sea fiel a su know-how, sus productos o su frutero especialista en aguacates y melones piel de sapo, sino porque me queda debajo de casa y odio caminar cargada más de quince metros y medio…

Así que nada, me enchufé los cascos, metí el periódico y las revistas en la cesta verde, y me dispuse a pasear, como de costumbre, por todos esos pasillos repletos de cosas. La búsqueda de mercancía fue tranquila (no como otras veces en las que suceden cosas que me sacan de quicio… https://coordenadasdexistencia.wordpress.com/2011/10/19/ir-a-hacer-la-compra-da-para-mucho/) y yo, personalmente, encontré todo lo que había ido a buscar.

Pero parece que algunas personas no opinaban lo mismo que yo…

Cuando llegué a la caja, y después de pasar el agobio ese de colocarlo todo rápido en la cinta y, casi como si estuviese haciendo salto de vallas, posicionarme al otro lado, esperando la bolsa esa que vale 5 céntimos cual perrillo hambriento, previa extracción de la cartera del bolso, y de la tarjeta y el DNI de la cartera, empecé a guardar mis cosas ordenadamente cuando escuché:

* Luis, esta señora quiere hablar contigo…

Y entonces apareció Luis, que debe de ser el súper encargado.

La señora, muy amable, aunque un poco enfadada, le dijo que había echado en falta muchos productos que pertenecían a su compra habitual y le preguntó qué estaba pasando…!!! El pobre de Luis puso cara de circunstancia y le contestó que quizá se habían agotado y que volviese mañana. Pero la señora, en absoluto conforme con tal respuesta vacía de contenido, lo miró sorprendida y le dijo que eso ya lo había hecho alguna otra vez y que, ahora, con datos en la mano, se había decidido a hablar con él para manifestarle su malestar. La conversación fue algo así como:

+ Mire Luis, no es que yo solo venga a comprar a este supermercado el gazpacho… Yo aquí hago la compra todos los días… Soy una cliente de siempre… Y, la verdad, que si el gazpacho, que si los quesitos de la Asturiana… En fin… Que son muchas cosas, Luis. Que ya no hay los productos que ha habido toda la vida… No pueden pedirlos a otro supermercado cuando se les acaben para que los que compramos aquí tengamos de todo?

– Señora, a nosotros nos marcanqué productos traer y qué productos no traer… Y si deciden que los quesitos se dejan de traer, pues se dejan de traer…

+ Ya, Luis… Pues creo que esto debería Ud. de hablarlo con sus superiores… Porque me parece una política equivocada y poco inteligente. Como le decía, yo no vengo aquí solo a comprar el gazpacho. Yo hago aquí la compra de todo. Y cada vez faltan más cosas de las que yo me llevo, así que me parece que lo que van a conseguir es que deje de ser su cliente… Y, créame, eso lo van a notar Uds. en el dinero… Vaya si lo van a notar…!!

En ese momento, las dos cajeras que me flanqueaban, hacían como que no escuchaban mientras miraban a la señora y al tal Luis de reojo y sonreían de lado… Yo… Pues qué quieres qué te diga… Dejé el salto de vallas y me trasladé a una partida de ajedrez…Seguí guardando las cosas en las bolsas a la velocidad de Kárpov en aquel campeonato mundial del 84…

– Señora, detrás de los productos que hay o no hay en un supermercado hay mucha historia… Los productos no se eligen porque sí… Nosotros no lo decidimos… Esto viene de arriba…

+ Pues con esos tiene Ud. que hablar, con los de arriba…!! Haga Ud. el favor de decirles que no estoy nada contenta con su manera de llevar esto…

– Se lo diré, señora, se lo diré…

+ Muy bien. Muchas gracias, Luis.

– Gracias a Ud.

Y ahí acabó la conversación y, con ella, parecía que acaba también el lío con los productos… La señora se fue a su caja y empezó su particular carrera de bstáculos… Pero entonces apareció «el mandado»…

Un hombre de aproximadamente 45 años, móvil en mano, se acercó a mi cajera y le dijo:

· Disculpe, señorita, sabe si tienen espinacas al ajillo?

Oooohhhh myyyyyy Godddddd…!!!!

La señora, desde su caja, esperaba con un ave de rapiña la respuesta… Y la cajera lo sabía… Sabía que de su respuesta dependían las orejas de los que estábamos allí en aquel preciso instante…

– Pues la verdad es que las había… Pero no sé si hoy las hay…

La señora empezó a hablar entre dientes aunque fui capaz de pillar un «si es que ya lo decía yo…». Entonces la segunda cajera se giró, recogiendo el guante de su  compañera, y le dijo al hombre:

– Sí que las había, sí… Eran de Findus…

«Exacto!! Eran las de Findus!!», dijo aquel hombre embargado por la emoción…

– Pues la verdad es que no sé si se han agotado o si es que ya…

Nooooooo!! No lo digas!!!! No digas que no las traeréis más…!!!

La señora ya había metido todo lo que había podido comprar (porque aún no lo habían dejado de traer) en sus bolsas, pero permanecía allí, con aire triunfal, esperando la resolución de la controversia… Y yo… Pues sí, seguía enredando haciéndome la loca… El caso es que las cajeras se miraron y entonces pude percibir una voz aguda al otro lado del móvil del caballero esperanzado…

· Mi mujer dice que siempre las ha habido. Que esas espinacas las tenéis siempre. Y en todos los supermercados. Y que no es posible que ahora ya no las tengáis…

La señora ahí seguía… Esperando… Lo que al final llegó:

– Mire, espere un momento… Fulana, llama a Luis, y dile que venga… Así este señor ya sabe si no las hay hoy o si es que no las…

El caballero devolvió el móvil a la oreja y le dijo, ganador, a la mujer:

· Cariño, va a venir Luis ahora a explicarme qué ha pasado con las espinacas al ajillo… Ahora te llamo y te cuento…

En ese momento la tristeza me inundó pensando en el pobre Luis, y en la señora, y en el gazpacho (que es que yo soy fan de uno, y como sea ese el que compra la señora…), y en las cajeras, y en las espinacas al ajillo, que no tienen la culpa de nada…

Recogí mis bolsas y mi red de barajas… Y me fui mientras retumbaba en mis oídos la pregunta de la señora…

+ Qué esta pasando…??

Llevo toda la tarde pensando en Luis, en el gazpacho, en los quesitos y en las espinacas a ajillo (eso estará bueno…?). Se habrán agotado hoy? O es que ya no las…?

Bueno, en fin, que me voy a leer lo que me queda de Forbes y luego a hacer un par de recados por el barrio… Y quizá me acerco a mirar qué gazpachos tienen y a comprar unas espinacas al ajillo, por aquello de saber de lo que hablo…

Muchas veces no somos conscientes de lo bueno que es y lo bien que sienta abandonar la vida que llevamos por unas horas y trasladarnos a una vida anterior o futura.

Este jueves puse en práctica la primera opción, es decir, abandoné mi vida actual (que implica abandonar de forma imaginaria Madrid, el trabajo, las responsabilidades, la rectitud, la exigencia a mí misma), y me abandoné a una noche de jueves en buena compañía, con vino, música de Extremoduro, Marea, Barricada, Platero y tú, sin importar la hora ni el trabajo que hacer al día siguiente. Volví de forma ficticia a mi añorado Santiago, a sus noches de jueves, a la falta de responsabilidad de la forma en la que la entiendo hoy día… Y me sentí bien, y me sentó bien.

No os voy a engañar. El viernes no fue precisamente memorable… Pero ésa también era una forma de recordar aquellos viernes post-jueves y aquellas sensaciones tan concretas y, de alguna forma, extrañadas.

Supongo que la noticia de que Liberty cierra sus puertas (de forma temporal o no), también ayudó a prolongar todo lo sentido la noche de jueves y a recordar tantos momentos allí metida a las 7 de la mañana… Con el Ojalá de Silvio Rodríguez (el subconsciente y mi realidad actual me hacen llamarle durante décimas de segundo, Silvino), y Sin (los) documentos de Los Rodríguez.

Cuántas risas, cuántos bailes, cuántas copas, cuántos años, Liberty.

Esperemos que se trate de algo temporal, porque como lo hicimos mi padre y yo, me gustaría que también mis hijos pudiesen pisarla y decir algún día eso de «mi abuelo y mi madre venían a esta discoteca cuando estudiaron la carrera».

Si al final la crisis o la moda deciden que tienes que dejarnos de forma definitiva, gracias, Liberty, por tantos buenos momentos.

No sé si han sido los mayas o si ha sido el 2013, pero lo cierto es que algo, «chámalle x», está pasando…

Estos días de descanso en casa han sido fantásticos y por cuestiones de difícil explicación porque todas ellas traen causa de emociones, sentimientos, pensamientos…

Si las analizo detenidamente, hay un sentimiento que, como si de un águila se tratase, lo observa todo desde las alturas: la serenidad. Y esa serenidad lleva una sonrisa gigante en su cara.

Han sido unos días distintos, empapados de recuerdos, de reencuentros (conmigo, contigo), de re-valoraciones de reflexiones, de revisitas y re-afirmaciones. Han sido días de certeza y de incredulidad.

Y si cierro los ojos y estoy contigo, veo lo que hemos construido en tantos años, y lo injusto del momento que atraviesas. Veo lo que no quiero ver, y me duele. Y entonces deseo lo que mereces, y es que esta racha acabe pronto y todo vuelva a tu normalidad. También veo tu esencia, que durante todos estos años se ha mezclado con la mía, y que ahí sigue, viva como el primer día. Veo que a pesar de todo, a pesar del tiempo y la distancia, aquí seguimos, estando y siendo.

Y si cierro los ojos y estoy contigo, veo lo que hemos construido en tantos años, y lo bien que estás, y lo tú que eres. Veo lo que quiero ver… Te veo a ti!!! Y a pesar de todo aquí seguimos. Tú con tus olas, yo con mi todo. Y veo que te siento, que te pienso. Veo esos ojos, sinceros y puros, que sonríen afirmando que algo ha cambiado, que cuando vas y vienes, ves que sois (somos) muchos, pero que no hacéis (hacemos) ruido porque para eso ya están (estamos) otros. Veo el azul y el verde. Veo la diversión, la seguridad, la tranquilidad, el disfrute de vivir. Y me contagias, me contagias con tu magia.

Y si cierro los ojos y estoy contigo, veo lo que construimos, de-construimos, y hace un año volvimos a mirar y a decidir abrazar. Y entonces me haces recordar. Y me alegra saber que vuelves a formar parte de algo.

Y si cierro los ojos y estoy contigo, veo lo que construimos en taaaantos taaaantos años y a lo que hemos llegado. Y veo lo que fuimos y lo que somos. Veo que vas cambiando, poquito a poco, y pensando y reflexionando. Veo que te cuestionas, que te preocupas, que te permites, que te castigas, que te perdonas. Veo que creces. Veo que cada vez eres más tú y que no importa el tiempo que pase. Veo que cada vez te quieres más y entonces yo también te quiero más.

Y si cierro los ojos y estoy contigo, veo lo que construimos en unas horas. Veo los nervios, la ilusión, las ganas. Me veo y te veo, aunque no vea nada. Y me pregunto aunque no me contesto. Y recuerdo los dibujos animados, la magia, las canciones, lo olores. Y sonrío. Y me siento a esperar, disfrutando la espera porque… Estamos vivos!!!!

Esta mañana, después de una súper Master class de defensa personal, me fui con mi compi a desayunar a Rodilla.

El caso es que con lo que consumías te daban un papel para poner puntos y conseguir un peluche pequeñito.

Cuando estaba desayunando, escuché que una niña de 5 años le decía a su hermanita de 3: «Joooooo… Yo no tengo la culpa de que solo nos hayan dado tres puntos…».

Y entonces la llamé y le pregunté si quería mi punto. Me contesto rotundamente: «Sí, por favor». Lo despegué de mi papel y juntas lo pegamos en el suyo. Se fue muy contenta.

Diez minutos después llegó un hombre de unos 40 años al que también le dieron un papelito y un punto. Cuando acabó de desayunar me miró y me dijo: «Oye, te doy mi punto! Que yo no lo voy a usar!!». Le di las gracias. Después sonreí.

He intentado escribir varias veces el título de esta entrada pero no me sale… O lo que me sale no me gusta… Así que voy a escribir la entrada directamente…

Resulta que hoy, por motivos que no vienen al caso, me he puesto a leer e-mails de hace muchos años… Tantos como siete… Y no os podéis imaginar cuánto me he reído!!

Por eso quiero contarlo…

La verdad es que los e-mails iban dirigidos a una persona muy especial de mi vida y supongo que ese hecho le da más fuerza, pero, de verdad, recomiendo encarecidamente hacer este tipo de ejercicios. Y lo recomiendo yo, que me considero romántica, nostálgica y melancólica por naturaleza. Os juro que me ha sentado muy bien.

Además de haber recordado cosas que, supongo, seguían en el lado inconsciente de mi cerebro, he visto que sigo siendo yo y que esa otra persona también sigue siendo ella misma.

Sí, es verdad, han pasado muchos años, pero la esencia no cambia… O al menos no ha cambiado entre nosotros.

Él sigue siendo aquel niño-serio, racional, contenido y comprometido con sus ideales. Ese niño-serio que todo lo racionaliza y todo lo relativiza. Esa persona que consigue sacarme de quicio con una sola palabra y que me hace pensar que siempre puedo ser un poco mejor. Sigue siendo alguien dedicado a lo que siempre le ha gustado, que ha visto en casa cuando era algo más niño, pero igual de serio. Y todavía es alguien capaz de hacerme reír en los momentos más bajos y flojos. Alguien que, sin duda, merece la pena pasen los años que pasen.

Y yo… Pues me definiré como una persona loca, que se ahoga en un vaso de agua, que siempre tiene mil cosas en la cabeza… Soy impulsiva, emocional, pasional. Me sigue encantando escribir y leer. Y sigo siendo una romántica empedernida, soñadora como la que más. Soy de esa clase de personas que necesita conservar una parte de fantasía en la realidad para poder seguir con los pies en el suelo. También sigo siendo extrema, y todavía me cuesta ver el gris donde mis ojos solo perciben blanco o negro.

– Para todo esto me ha valido buscar tus e-mails, yo, que todavía tengo Hotmail…

Y mientras tanto Quique sigue de fondo… «Esta tormenta de verano es un segundo de un invierno entero… El mundo gira en un sentido absurdo mientras yo te espero…».

Acabo de encontrar el título…