La fe.

Publicado: noviembre 30, 2013 en Reflexiones cotidianas.-
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Pocas muestras de fe tan profundas como la de los que estamos haciendo cola para comprar lotería en Dña. Manolita verás.

Y es que esto de la fe y la lotería va de la mano, oye.

Es curioso. Y para hacer un análisis del comportamiento humano tienes chicha de sobra.

Lo primero a estudiar es el sistema.

Es tal la cantidad de gente que viene a comprar aquí su lotería de Navidad que hay un sistema de control montado que impresiona.

Tú das la vuelta a la esquina y crees que en el primer hueco de gente acaba la fila. Pero no! Unas personas con chalecos amarillos organizan la fila y, dentro de ella, sus tramos. Esto va por tramos para i) permitir que la gente que quiere desplazarse de un lado q otro de la calle pueda hacerlo sin pedir permiso y ii) que los locales vecinos no sientan que sus puertas están blindadas por los futuros nuevos ricos madrileños.

Además, el personal amarillo grita, como si de un rebaño se tratara, «Doña Manolitaaaaaaaaaaaa». Y entonces todas las ovejas sabemos que toca caminar para estar un poco más cerca de ese décimo premiado.

Y lo segundo a analizar son las personas. Podemos hacer dos grupos principales: el de los que forman la cola y el de los que caminan al lado. Y dentro de estos dos, varias divisiones.

Dentro del grupo que forma la cola nos encontramos con varios especímenes:

A) Aquellos que aprovechan la cola para acabar ese maldito libro.

B) Aquellos otros para los que la cola es un bar improvisado. Se reúnen con los amigos, charlan, y, como son varios, están perfectamente organizados para hacer acopio de bebida y comida que permita conservar el calor.

C) Luego están los que no quieren estar aquí y están. Esos son un coñazo porque te taladran la oreja y hacen que tu positivismo por llegar antes de que cierren decaiga por momentos.

D) También están los que aprovechan para llamar a ese amigo que todos tenemos que por teléfono se enrolla como si fuera la última vez q va a hablar x ese medio.

E) Y al anterior espécimen se une el de los que también llaman pero para saber qué terminación comprar. En serio crees q vas a llegar? Iluso!

F) Además te puedes encontrar con alguno que aprovecha para hacer un exhaustivo análisis de la arquitectura madrileña y de la microeconomía.

G) Por último (aunque podría seguir) estamos algunos como yo. Tarados.

En cuanto al segundo grupo, el de los que pasan alrededor, pues una vez más podemos hacer varias subdivisiones:

1. Hay un primer grupito de curiosos. Si se comunicaran entre ellos se ahorrarían saliva. Pero, claro, no se conocen. Cada 10 minutos aproximadamente aparece alguien que pregunta: «Disculpa, esta cola para qué es?».

2. Cuando contestas, se abren tres subgrupos:

• El de los que se descojonan.

• El de los que se unen.

• Y el de los que se quedan sin habla.

El primero y el tercero son los más comunes.

3. Luego hay otro grupo de gente ajena a la cola que se dedica a informar a sus amigos turistas sobre que lo que está sucediendo. Pues más o menos como lo estoy haciendo yo aquí.

4. Además está el grupo de los que no saben que hay tramos. Y entonces pasan por el medio y… Te pisan. (Pues a mí me va a tocar la lotería y a ti no por pisarme, gilipollas!).

5. Y, por último, está mi grupo favorito dentro de los extraños: el de los que cantan como los niños de San Ildefonso. Más monos!!! No saben la de energía positiva que nos envían y lo que refuerzan nuestra fe cuando escuchamos… «Catorce mil trescientos doceeeeeeeeeee!!!!!!!! Cien millones de eurosssssssss». Gracias. De corazón, gracias.

En fin, que esto es una aventura… Te dejo, que tengo que devolver una llamada de esas largas, y luego empezar a preguntar terminaciones…

Ea.

comentarios
  1. Manolo dice:

    En las colas se hace una de las preguntas más tontas que conozco: “¿Quién es el último?”…

    Vd. que acaba de llegar…

    En esa descripción de los elementos que forman una cola, yo añadiría la del que se la recorre de arriba abajo, como buscando a alguien; lo encuentra, y se queda a su lado… Una forma de saltarse una montonera de turnos.

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