Y cuando quise hacerlo ya era tarde.
Porque aquel día crucé de acera. Ni siquiera sé si aquel día estaba.
Ya no puedo decirle que la atmósfera cambia cuando paso por allí. Ya no puedo preguntarle si es una estrategia. Ya no puedo transmitirle que me hace pensar cosas.
Porque ya es tarde. Otra maldita vez es tarde.
Y es que siempre hago lo mismo, joder. Siempre digo: «De hoy no pasa. Sí, hoy lo haré». Y luego, nada… Nada, tía, nada.
¿Se habrá muerto? Qué más da. Nunca lo sabré.
Y una losa más sobre mi cabeza llamada «Mierda de mañana».