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Empezó el sábado a las 19.00 horas y acabó hoy, lunes, a las 9.00 horas.

A las 19.00 del sábado recogí el teléfono (y los papeles de asistencia jurídica gratuita) de una compañera veterana que fue muy amable y que dedicó unos minutos de su tiempo a darme unas pinceladas de lo que podía encontrarme en las horas que me quedaban por delante. El teléfono es un Nokia última generación con un cargador muy mono (modo ironía on).

Desde ese momento empecé mi carrera de una mujer pegada a un teléfono… Más de lo que ya lo estoy habitualmente al mío, que ya es decir!

Me fui directa a casa. Lamentablemente estaba con un dolor de cabeza de esos que no te dejan siquiera ver nítidamente. Y para rematar la tarde vomité dos veces con un espacio de una hora entre cada vez.

El aparato negro ese no hizo min un ruido hasta el día siguiente. No obstante, yo me desperté cada hora, como si hubiera programado algo en mi cabeza para hacerlo supongo que por el maldito sentido de la responsabilidad.

El domingo me desperté a las 8.30 (mi dolor de cabeza, después de una noche toledana como la que había pasado, estaba sustancialmente peor) y a las 9.00 llamé al juzgado de guardia para saber qué tal habían dormido ellos y si ya había algo programado para la mañana, si querían que me acercara ya, etc. (Yo qué sé… Es lo que me dijeron otros compañeros que tenía que hacer). Me contestó una mujer muy amable que me dijo que allí estaba ella sola, adelantando trabajo (para que luego digan….) y que hasta las 10 no sabría qué decirme porque sería entonces cuando llegaría Su Señoría y el Fiscal. Le dije que a las 10 volvía a llamar y me dijo algo así como que sí, pero que yo ya estaba de guardia. Le respondí que desde las 7 de la tarde del día anterior…!

Así que volví a cerrar un ojo (con el otro miraba al teléfono como si no tuviera sonido).

Y a las 10 volví a llamar. Esta vez me contestó un hombre, también amable, que me preguntó cuánto tardaba en llegar al juzgado. Le dije que 15 minutos y me dio permiso para quedarme en mi casa: «Si solo tardas eso, te llamamos si sale algo».

Así que me quedé un poco más tranquila, hasta las 11.30… El chisme ese sonó.

– Buenos días. Letrada de guardia?

– Sí, soy yo.

– Mira, tienes que venir que tenemos una imputada a las 12.30.

– De acuerdo, a las 12.30 estoy ahí.

– Ven un poco antes para leer los papeles.

– (Pensé, claro, coño, cómo no lo he pensado yo sola). Sí, sí, estoy ahí antes. Muchas gracias.

– Adiós.

– Adiós.

Colgué.

Mierda. No he preguntado nada. Ni de qué iba el tema, ni si tenía antecedentes. Nada. JODER. Y si es un tema de violencia o de menores? Que yo no puedo asistir ahí… Bueno, da igual, yo voy y allí ya veré qué hago. JODER.

Ducha rápida. Vestido cómodo (día de playa que te mueres aunque a mi cabeza, como si llovía a chuzos), carnet, teléfono 1, teléfono 2, dinero, llaves, LECr, CP, papeles de asistencia… Bolso entero… Carpeta entera… Arreando…

Taxi.

Llego al Juzgado y el taxista se sorprende cuando le doy dinero.

– ¿Pero Ud. no tiene un papelito que a mí me sirve para cobrar?

– ¿De qué me habla?

– ¿Pero Ud. no es la juez de guardia?

– No, señor. Yo soy la letrada de guardia.

– Pues averigüe, averigüe… Que a mí me dan unos papelitos y listo. Yo le doy un ticket por si luego Ud. puede recuperar su dinero.

– Me da a mí que eso es para los VIP… Yo soy la pringada del equipo…

– Bueno, Ud. averigüe no vaya a ser…

– Muchas gracias!

– A Ud.! Y que le sea leve!

Plas… Vuelco en el estómago.

Entro por la puerta y de inmediato identifico a mi primera cliente de guardia y a la oficial que está acompañándola. Con la misma inmediatez ellas me identifican a mí.

Por suerte, después de las presentaciones oficiales, lo primero que me dicen es que la imputada (que no sé por qué leches no dijeron ya investigada), está esperando letrada particular, pero que espere por si acaso.

Aproveché mi tiempo leyendo la denuncia y haciéndome una idea de qué iba el tema.

Y a los pocos minutos llegó la compañera, la abogada particular.

Afortunadamente también era muy amable, por lo que estuve presente en las declaraciones.

Y gracias a eso me enamoré de la juez. Casi lloro de la emoción cuando acabó de interrogar al denunciante.

Poco más puedo decir aparte de que aprendí un montón gracias a la compañera y a las personas que estaban allí que eran facilitadoras de todo lo que os podáis imaginar. También quiero decir que durante las declaraciones éramos cuatro mujeres y me sentó bien, oye.

Llegué al juzgado a las 11.45 y me fui a las 14.45.

Solo diré una frase que creo que nunca olvidaré dicha por una mujer a un hombre:

«Las relaciones sexuales se tienen dolosamente y con dolosamente quiero decir intencionadamente, voluntariamente».

Estamos?

Taxi otra vez y a intentar comer algo porque mi cabeza estaba a punto de explotar (en ese momento llevaba 24 horas sin ingerir nada sólido).

Comí y para casa.

Érase una vez una mujer pegada a un teléfono…

Y así estuve hasta hoy a las 9.03 que lo devolví.

Di una vuelta por la zona, después de preguntar qué pasaba con la pasta de las asistencias cuando no te entraba nada (porque al final yo no hice nada (aparte de aprender, que es mucho), pero estabas pegada a un teléfono 38 horas (las asistencias se reparten entre todos los que estamos de guardia y el que pilla algo más, suerte para él), y como la Audiencia está al lado presencié una bajada de autos…

También vi una rana verde muy bonita pintada en el suelo. (No son alucinaciones… Hoy ya no me duele la cabeza).

Que tengan un feliz lunes.

Fdo. La ex letrada de guardia.

NOTA ACLARATORIA: la frase sobre las relaciones sexuales fue dicha en un contexto en el que el hombre decía que la mujer le había engañado para quedarse embarazada. Esa frase fue respuesta a tal planteamiento y con ella se quería decir que si el hombre no había sido violado, en cuyo caso se habría cometido un delito, la relación sexual había sido consentida y por tanto la palabra «engaño» estaba fuera de lugar.