Llega un momento en el que, cuando eres consciente de que tienes a gilipollas delante, no puedes seguir discutiendo… Porque ahí abajo, en la gilipollez, te ganan seguro…
Conducir de noche mola: hay menos tráfico y más compañerismo.
Siempre que conduzca de noche y pase por un peaje recordaré esa escena de Bar Coyote en la que el padre les pide a sus compis un homenaje para su niña bonita, y se monta un espectáculo de luz y color.
No hay que tener miedo a la segunda vez cuando la cagaste la primera. No puedes rayar un coche cada vez que entres en el garaje… 🙂
«No hay que tener miedo a la segunda vez cuando la cagaste la primera…»
No, teniendo en cuenta que solemos tropezar dos veces en la misma piedra, a mi ya no me coge desprevenida…
Jajajajajajjaja Buena reflexión!
Aquí estoy. De visita en tu blog. A ver qué cuentas.
La cosa se pone interesante con ese subtitulo con aires ortegaygassetianos… Comprobaré si tú y tus circunstancias son como yo me lo imaginaba.
A veces me toca torear a individuos con claros síntomas de padecer el efecto Dunning Kruger. Pero desarrollé la habilidad de detectarlos a tiempo y evitarlos. Es que, verás, no estoy para perder el tiempo. Aunque a veces…
En lo del coche y el garaje mi viejo Mitsubischi no está de acuerdo. Y yo me voy a consensuar una opinión conmigo mismo con la inestimable colaboración de mi amiga la almohada.
Bicos.
Manolo! Qué alegría tenerte por aquí!!!! Pues ya me irás contando! Últimamente tengo esto un poco abandonado… Pero espero retomarlo pronto! 😉 Un beso!!