En un piso cercano al mío vive una señora muy mayor.
La veo tender la ropa y luego recogerla; barrer y pasar la fregona; también la escucho hablar con su gato…
Está sola. Algo sola. A veces vienen a verla. A veces.
Ahora ha jugado con las luces de la terraza: las ha encendido y apagado varias veces, ha hecho una pausa y ha vuelto a empezar.
A mí se me ha encogido el corazón.